WINEMAKERS
EDUARDO SOLER
Ávido montañista, Eduardo Soler decidió abocarse al vino de la mano de la garnacha, su cepa favorita. Ese fue el punto de partida de un proyecto que luego se amplió a otras variedades poco extendidas en Argentina, principalmente originarias del Ródano francés, como el Monastrell, la Roussanne y la Marsanne. Sus vinos se trabajan con métodos ancestrales, incluyendo las fermentaciones en ánforas y la crianza biológica.
Soler decidió bautizar a su bodega como Ver Sacrum en honor a la antigua práctica de los pueblos itálicos a través de la cual los mayores enviaban a sus jóvenes a fundar nuevas aldeas, llevando vides para comenzar nuevos viñedos. El proyecto vitivinícola, así, es una renovación de aquel voto ancestral, con la vocación constante de crear algo nuevo.